lunes, 9 de julio de 2012

ORDENAR EL TERRITORIO: UNA VOLUNTAD POLÍTICA QUE SE DESVANECE


Por Ana María Leyva Valera, responsable del Área DESCA, FEDEPAZ (tomado de la Revista Ideele)

Al  iniciar su gobierno el Presidente Ollanta Humala ofreció avanzar en la política de ordenamiento territorial. Señaló que de manera participativa  se establecería el uso racional del  territorio peruano.

En setiembre del año pasado, en una conferencia de prensa que diera en Nueva York se refirió a la necesidad que tenemos como país de definir los usos del territorio para actividades productivas; así como las áreas destinadas  a la conservación. En esa oportunidad destacó el rol protagónico que deben tener las regiones en dicha definición.

“Hay que definir qué áreas  deben ser para actividades renovables  como la agricultura, agroindustria y exportación. Qué áreas son para recursos no renovables como minería, proyectos de carácter energético y qué áreas deben ser dedicadas a la conservación ecológica. Es un proyecto participativo que debe nacer de abajo hacia arriba”. Señaló que  por ello es importante el reordenamiento territorial “para que las mismas regiones definan como conservamos esos territorios invadidos por la minería informal y la tala ilegal de madera”.

En su siguiente declaración resaltó la necesidad de la consulta a las poblaciones de las provincias y regiones en el proceso de ordenamiento territorial[1].

El Presidente del Consejo de Ministros,  Salomón Lerner, atribuyó el deterioro ambiental y la crisis social al desorden existente en el uso del territorio. Por ello, anunció como meta  lograr que se elaboren, de manera participativa y en el plazo de cuatro años,  los planes de ordenamiento territorial a nivel provincial y regional.

“Es urgente que se ordene el territorio y su gestión  pues el desorden existente es uno de los factores  del deterioro ambiental y de crisis social. En los próximos cuatro años institucionalizaremos los instrumentos de gestión del territorio para elaborar en forma participativa los planes regionales y provinciales de ordenamiento territorial”.[2]

El establecer un plazo relativamente corto para un proceso que se encuentra en su fase inicial, manifestaba la voluntad existente  y la prioridad que se estaba dando a la política de ordenamiento territorial. Pero también esta declaración revela la voluntad que el  gobierno tenía en aquel momento, de impulsar la gestión del territorio con los gobiernos locales y regionales.

El 30 de noviembre en su presentación en la Comisión de Descentralización el entonces,  Ministro del Ambiente Ricardo Giesecke, responsable dentro del Poder Ejecutivo  de la Política de Ordenamiento Territorial,  señaló que el “ordenamiento es indispensable para prevenir conflictos y lograr el desarrollo sostenible. Dijo que “el costo  de no contar con ordenamiento territorial en todo el país son los conflictos socio-ambientales”.

En esta  presentación el Ministro del Ambiente informó sobre los  avances realizados en la elaboración de una propuesta de proyecto de Ley  de Ordenamiento Territorial. Señaló  que en enero la propuesta pasaría al Consejo de Ministros para su aprobación y posterior presentación al Congreso.

En sus declaraciones el ministro del Ambiente vinculó el desorden existente en el uso del territorio del país con los conflictos socio-ambientales  y con una apuesta de desarrollo poco amigable con el ambiente y por lo tanto, no sostenible.

Cabe señalar que pore esos días el Adjunto para la prevención de conflictos y Gobernabilidad de la Defensoría del Pueblo,  Rolando Luque se refirió a la vinculación entre falta de ordenamiento territorial  y los conflictos sociales. Este alto funcionario recomendó a los gobiernos  regionales acelerar la elaboración de planes de ordenamiento territorial y de zonificación ecológica económica para evitar futuros conflictos sociales relacionados con actividades extractivas[3].

Todo ello llevó a que el gobierno  intentara  facilitar los instrumentos necesarios para impulsar el proceso de ordenamiento.  Entre ellos estaba  la Ley de ordenamiento territorial, la estrategia nacional de zonificación ecológica económica y de ordenamiento y el plan operativo bienal .

Las posturas del gobierno respecto al proyecto minero CONGA lo condujo, en menos de un año,  a nuevas definiciones en sus objetivos,  prioridades y alianzas. En esta nueva etapa, el gobierno considera que  las inversiones privadas en industrias extractivas son la vía que le permitirá  tener los ingresos económicos necesarios para la aplicación de los programas sociales previstos. Por lo tanto, desde esta perspectiva el gobierno debe facilitar  los proyectos de inversión y en consecuencia las empresas extractivas pueden ubicarse en cualquier lugar, con el argumento que ya existen contratos suscritos con los empresarios, y no se puede afectar la seguridad jurídica. Se afirma desde el gobierno que la explotación de recursos naturales es perfectamente compatible  con la conservación. Esta concepción se expresa en la frase utilizada por el Presidente de la República  para señalar que el proyecto minero CONGA va:  “Nosotros planteamos una posición sensata: el agua y oro”.

 En este contexto, la política de ordenamiento territorial deja de ser prioritaria para el gobierno ya que ordenar el territorio,  puede constituir un problema para el crecimiento de las inversiones en el país.
Asimismo, en esta perspectiva,  los gobiernos regionales  y locales, que tienen por encargo de la Constitución Política y de sus leyes orgánicas la competencia de promover y planificar el desarrollo, realizar el ordenamiento territorial e intervenir en la planificación y gestión de los recursos naturales,  se convierten en actores incómodos por lo que profundizar la descentralización deja también de ser un objetivo.

El nuevo Ministro del Ambiento  Manuel Pulgar Vidal sobre el tema ordenamiento declaró que:
“Se trata de una herramienta de compatibilización. No impone obligaciones, sino establece condiciones (…). Puedes tener un ordenamiento  de tipo economicista,  otro ambientalista, el reto es alcanzar uno que considere todas las variables”[4].

El ministro no distingue entre política  y planes de ordenamiento territorial. La política establece los objetivos, estrategias, etc.  para el ordenamiento territorial. Los  planes, entre otras cosas definen, la usos y la ocupación del territorio. Si una actividad es compatible con la conservación, el plan lo debe establecer. Posteriormente, las Evaluaciones Ambientales Estratégicas y los EIA permitirán señalar las condiciones (dimensiones, tecnología, formas de explotación, etc.) sobre las cuales las actividades previstas en el plan pueden realizarse minimizando o eliminando los impactos negativos que ellas pueden ocasionar.

En  enero  del presente año, el ministro destacó  en una de sus declaraciones la importancia de “ la  zonificación ecológica económica  como instrumento orientador de las diversas potencialidades del territorio y de gran utilidad para el proceso de ordenamiento a nivel nacional, base para la toma de decisiones concertadas sobre el  uso y ocupación del territorio y sus recursos”.

Estas declaraciones están orientadas principalmente a la importancia de la zonificación ecológica económica(ZEE), que es parte del ordenamiento pero que no lo es todo. La ZEE constituye parte del diagnóstico del ordenamiento territorial y concluye en recomendaciones sobre posibles usos del territorio.
Hasta el momento sucesivos gobiernos han priorizado impulsar la ZEE y no el ordenamiento. Ello ha significado dejar inconcluso el proceso. Se han culminado varias ZEE regionales y locales.  Si bien estas ZEE constituyen una fuente de información, no cumple el objetivo final: ordenar el territorio y orientar las intervenciones públicas y privadas.

Además, el priorizar solo ZEE es muy costoso para el Estado, pues retomar luego el proceso supone invertir nuevamente para actualizar la información producida por ella. Sería importante que el Ministro del Ambiente señale cuáles son sus objetivos, metas, plazos y  hoja de ruta en materia de ordenamiento territorial.

En medio de todo ello, los gobiernos locales  y regionales tienen una postura muy tímida frente a la tarea de ordenar territorio, muchas veces  originada en el poco conocimiento de sus competencias en este tema.  
Teniendo en cuenta los conflictos sociales y la necesidad de que el desarrollo se planifique  y se impulse sobre la base de conocimiento real de lo que tenemos, somos y aspiramos como país vemos la urgencia de ir avanzando en la comprensión de la importancia de gestionar el territorio  y no dejar que intereses particulares o sectoriales sean los que finalmente definan como éste es usado u ocupado. 


[1] El 5 de noviembre  el  Presidente Ollanta Humala señaló que se necesita darle al país un ordenamiento territorial en el que fluyan las consultas con las regiones y las provincias y se pueda definir  qué territorios deben declararse reservas naturales, determinarse los colchones acuíferos , las áreas de minería o actividades extractivas, agroindustriales, (..).
“Si bien eses trabajo puede durar un par años” , afirmó que es necesario hacerlo y significará realizar una megaconsulta a la población sobre el carácter que le queremos dar al territorio.

[2] Presentación del Presidente del Consejo de Ministros Salomón Lerner  en el Congreso de la República el El 25 de agosto  de 2011.

[3] Señaló que el ordenamiento territorial “ es la manera en que se puede mapear las actividades de la región y definir dónde puede haber minería y dónde no,  dónde puede haber agricultura y preservación de bosque”.

[4] Declaraciones brindadas el 16 de diciembre  al programa “El arriero”.