martes, 14 de agosto de 2012

Reforma mínima* Políticas de ordenamiento territorial

Escribe Javier Torres 
Luego de tres semanas de gestión y a pocos días de presentarse ante el Congreso de la República para la presentación de su plan de trabajo, el gabinete Jiménez se encuentra frente a una encrucijada que no ha podido ser resuelta por los gabinetes anteriores: la tantas veces anunciada reforma de la normatividad ambiental para el sector minero en el Perú. Sin embargo, ya no hay lugar para mayores postergaciones, ya que fue el mismo presidente Ollanta Humala –sin que nadie se lo pidiera-, quien se puso un plazo –ya vencido- para contar con una propuesta liderada por el ministro del Ambiente Manuel Pulgar Vidal, que no termina de lograr un consenso al interior del gabinete, donde las resistencias vendrían de los ministerios de Economía y Finanzas y de Energía y Minas, que actúan como candados que pudieran afectar a la gran inversión privada y garantes de que no haya cambio posible. 


Los temas que generan resistencia, son, centralmente, dos: La política de Ordenamiento Territorial y la necesidad de que los Estudios de Impacto Ambiental de los grandes proyectos mineros no sean aprobados por el Ministerio de Energía y Minas. Ambas medidas son mal vistas por la tecnocracia defensora de la gran inversión, porque la primera, significa la recuperación de parte del Estado de la abandonada capacidad de planificación y el establecimiento de ciertos límites a los proyectos extractivos, mientras que en la segunda implica una desconcentración del poder al interior del gobierno nacional, ya sea que estos pasen al Ministerio del Ambiente o a una nueva entidad autónoma. 

Sin duda, estas propuestas requerirán de un amplio debate en el Congreso de la República, y que se recoja la opinión del conjunto de actores involucrados y afectados por la actividad minera, pero, y antes que nada, es necesario que se destrabe el bloqueo al interior del gobierno y que el presidente Ollanta Humala tome una decisión al respecto. ¿Por qué no lo hace? Probablemente por el temor que le genera la posibilidad de enfrentarse con los gremios empresariales, que son los principales aliados de su gobierno, a lo que se suma el papel del cada vez más poderoso miinistro de Economía. 

Parecería que sin darse cuenta el Presidente ha terminado colocado en la misma encrucijada que en algún momento tuvo su Primer Ministro, Salomón Lerner Ghitis, entre reforma mínima y continuidad sin reforma. Pero ahora tendrá que asumir plenamente los costos de “presidencializar” el tema al crear la comisión mencionada para la reforma. Si ese costo es perder uno o dos ministros –por poderosos que sean-, no debería dudar tanto, ya que de esta manera daría una clara demostración de liderazgo. El país se lo agradecerá. 

 *Tomado del Diario 16